sábado, 8 de junio de 2013

Los vencedores

Ellos, los vencedores
filántropos falsos,
de todo lo inalcanzable
me prometieron:
desorbitadas cantidades
de grandiosos días dorados
junto a los transparentes manantiales
del paraíso.

Con aduladoras palabras
ellos aún hoy me insisten que les compre
un pedazo tierno de amor,
¡tal es su hambre!,
como si de pan se tratara,
aprovechando la edad de mi última inocencia,
juventud más bien perdida,
gastando aquellas monedas refulgentes
con las que dijeron que me enriquecería
pero que nunca tuve.

Mas llegan tarde,
sólo soy un hombre simple,
dormido…

Desengañado yo,
ellos, los que se autoproclaman vencedores
(ególatras crueles,
de sonoros nombres unos,
y tantos otros adláteres
sin voz y con sombra prestada)
por todo el ancho mundo repartidos
me gritan fatuas palabras
faltos de humildad,
rebosantes de rencor, obstinados
sin dios ni patria ni ley,
sólo con los ropajes del desprecio vestidos.

Ellos, perdidos
en la cotidianeidad
de los días urbanos,
de miedo acalambrados,
poseedores de falsos oráculos
persisten con su débil enjundia
hacer verdad
las radiantes promesas
de los años ingenuos.

Pero es tarde,
ellos lo saben,
como saben en su más desnuda soledad
que nunca fueron vencedores...